A los amigos zapatistas
A los compas del caracol “Torbellino de nuestras palabras”
A la junta de buen gobierno “Corazón del arcoíris de nuestra esperanza”
Queridos compas,
Ya han pasado un par de semanas desde que Daniela y yo, durante algunos días, visitamos algunas de vuestras comunidades, que como hemos aprendido se llaman “bases de apoyo” pero para nosotros son las” bases de la esperanza”. Hemos leído estos días que el mal gobierno, como vosotros lo llamáis, a través del grupo de pobres comprados a ritmo de pesos sigue obstaculizando vuestro proceso de autonomía, vuestro camino de esperanza y paz, con la intimidación, la violencia y la destrucción material. Esto nos duele pero sabemos que las ideas no mueren y vuestro empeño cotidiano para construir “un mundo que contenga muchos mundos” está más vivo y fuerte que nunca, a pesar de que la hidra del capitalismo esté usando todos los instrumentos a su disposición para obstaculizaros. Sin embargo, sabemos que esta hidra es débil e ineficaz porque está hecha de dinero, mentiras y corrupción mientras vuestros ojos, vuestras voces, vuestras sonrisas hablan de libertad, justicia y dignidad.
El “mandar-obedeciendo”, explicado con frase que en territorio zapatista “el pueblo manda y el gobierno obedece” parece un oxímoron o paradoja pero no lo es, debería ser más bien una regla básica de la democracia cuando, sin embargo, muchos gobiernos que se llaman democráticos obedecen más a organismos internacionales sin alma y sin legitimación democrática antes que al propio pueblo porque temen que sus mentiras y los miedos que siembran con sus medios de información antes o después dejen de surtir efecto.
Nos ha sorprendido, agradablemente, saber que vuestros jóvenes representantes, vuestro gobierno, no tiene libertad de iniciativa pero deben someter cada idea nueva a la voluntad popular de las asambleas de base pero sobre todo que quien manda obedeciendo debe rendir cuentas peso tras peso de cómo se usa el poco dinero del caracol.
Aún podemos sentir en nuestros dientes las crujientes tostadas de maíz que probamos junto a vuestras judías, acompañadas de un dulce café caliente, frutos de vuestra tierra que aún os agradecemos que hayáis compartido con nosotros.
Quizás nuestra visita haya sido demasiado breve pero ha sido muy intensa y el haber puesto nuestro corazón cercano al vuestro durante los intercambios de abrazos y los apretones de mano ha llegado a lo más profundo de nuestra alma, trastornada al ver tanta conciencia de los problemas locales, nacionales e internacionales que nos afligen y al mismo tiempo, estupefacta al ver vuestra fuerza y determinación para resistir con paz y dignidad. Hemos visto mujeres, hombres y niños, familias unidas para crear la autonomía de la comunidad y la cotidianidad porque, como decís vosotros: “nuestra lucha es prolongada, hay que ir sin prisa pero sin pausa”. Qué elección tan acertada la del caracol para representar el lento camino revolucionario de las comunidades zapatistas que no deja atrás a nadie, mientras el resto del mundo ( o casi) va cada vez más rápido, dejando atrás a quien no puede correr, alabando a quien es más despierto, astuto y aprovechado.
Antes de encontraros en Chiapas, muchas personas nos habían dicho que los zapatistas y el EZLN ya no existían, sin embargo, os hemos encontrado más vivos que nunca, en estos meses hemos podido constatar que también el pensamiento de Zapata está vivo y camina sobre tantas piernas, indígenas y no, y que en esta gran patria americana sopla el viento de sus ideas. En algunos lugares todavía gozan de los frutos de haber dado la tierra a quien la trabaja a pesar de que el envejecimiento de quien manda no permita ver el futuro y el presente con claridad y encontrar soluciones adecuadas. En otros países, detrás de la mentira del socialismo del siglo veintiuno, la tierra y el trabajo permanecen en las mismas sucias manos de unos pocos privilegiados, aplicando recetas viejas y anticuadas vendiéndolas como revolucionarias, cuando sin embargo el poder, el de arriba, cambia color, cambia piel pero hace oídos sordos al grito de los últimos, los de abajo y sigue saqueando a la madre tierra.
El corazón de los zapatistas grita tierra y libertad, la libertad de trabajar la tierra en paz para poder dar comida, un techo, salud y educación a los propios hijos e hijas con dignidad y esperanza. Tierra y por tanto comida, comida esencial para poder continuar luchando, luchando para vivir un poco mejor la propia vida en tierras ancestrales, según ritmos seculares, en vez de mendigar un trabajo en la ciudad donde conservar la identidad es casi imposible y la mera supervivencia pasa a ser el objetivo de la entera existencia. Vuestro “pensafare”, pensamiento y acción, se concretiza desde el punto de vista agrícola en tierra cultivada sin productos químicos que cuestan, son perjudiciales y crean dependencia del mercado, nutrir a las propias comunidades con comida sana y de calidad antes que vender los propios productos, mantener el suelo fértil, amar ese suelo que es vida, ahorrar agua, conservar las semillas, todas decisiones conscientes y valerosas. Un modo de “pensafare” en alternativa al modelo agrícola dominante, hecho de pesticidas, fertilizantes químicos que dañan el suelo, uso intensivo del agua e introducción de semillas genéticamente modificadas y monocultivos perjudiciales para el delicado equilibrio de la riquísima biosfera de Chiapas.
Compartir lo que hay, trabajar juntos superando las dificultades y los egoísmos, colectivizar la tierra, el tiempo, la comida como única alternativa a vivir de las migajas suministradas por el mal gobierno que, aunque benéficas a corto plazo, dividen a las comunidades, crean diferencias y envidias. Los zapatistas eligen día a día trabajar duro, trabajar mucho, trabajar juntos sin esperar que el gobierno llegue con cemento, dinero o comida, frutos envenenados que se vuelven contra la comunidad creando un vínculo hecho de dependencia, asistencialismo y manipulación.
Hemos llegado hasta vosotros intentando aprender de vuestro “caminar-preguntando” y a nuestras preguntas habéis respondido con honestidad y sinceridad, no respondiendo a aquellas que en ese momento no podíais. Respecto al futuro, nos habéis respondido que vuestro futuro es continuar “caminar-preguntando” a lo largo de los caminos zapatistas continuando la lucha y la resistencia iniciada hace 20, 30, 500 años. Un futuro que os importa mucho y que sabéis que depende de los niños y niñas de hoy, que vosotros habéis decidido educar en sentido pleno, para convertirlos en miembros al servicio de la comunidad en vez de mandarlos a instruirse en las escuelas de ciudad administradas por el mal gobierno, donde los estudiantes olvidan la lengua indígena y son preparados para la vida en las ciudades y no aprenden casi nada que pueda servir en sus comunidades de origen, en el campo.
Esta carta, quiere servir de agradecimiento por la oportunidad de haber visto de cerca como estáis construyendo en autonomía, con justicia y dignidad un mundo que contenga muchos mundos, poco a poco y desde abajo. Las emociones que habéis desencadenado en nuestros corazones son muy fuertes y en poco tiempo habéis dejado un surco indeleble en nuestra alma, esperemos que nuestros caminos se crucen de nuevo reencontrándonos en el corazón del arcoíris de nuestra esperanza.
Con afecto, cariño y reconocimiento.
Stefano y Daniela