El Uruguay de Mújica: ¿Un país agro-inteligente?

El Uruguay de Mújica: ¿Un país agro-inteligente?

Mújica es el  mejor Presidente que podíamos tener” dice Pablo, “todos conocen el bonito discurso hecho en Rio en 2012,  pero después cuando se trata de tomar decisiones en casa es otra cosa”. En Uruguay, entre los años 2000 y 2011, con gobiernos “de izquierda”, desaparecieron de hecho el 40% de los pequeños agricultores y el 20% de los pequeños-medianos a causa de la rapidísima concentración de la propiedad de la tierra en manos de inversores extranjeros. Las políticas públicas para sostener la agricultura familiar son débiles y casi inconsistentes frente a la prioridad de un Estado que quiere promover el agrobusiness y que favorece a las grandes inversiones de capital extranjero.

Pablo es Pablo Galeano, agrónomo, agricultor biológico, docente en la Facultad de Química de Montevideo que colabora con REDES (Red de Ecología Social) por la cual está siguiendo de cerca los temas relacionados con la biotecnología, las OGM y las políticas agropecuarias nacionales.

REDES es una red ecologista uruguaya nacida en 1988 e inspirada en la teoría de la ecología social de Leonardo Boff, centrada en desarrollar y promover transformaciones sociales que contribuyan a mejorar el cuidado de los recursos naturales en equilibrio con las necesidades de los seres humanos. REDES es también miembro de la federación internacional Friends of Earth (Amigos de la Tierra) presente en 75 países con más de 2 millones de miembros y partidarios.

“Pepe” Mújica, de Presidente se ha hecho defensor de una narrativa por la cual las preocupaciones ambientales son fruto de la propaganda occidental para contrarrestar el crecimiento de América Latina y es un fuerte partidario del transgénico como solución práctica para producir más alimento y resolver el problema del hambre. Mújica parece prever una fase de dependencia de las multinacionales que desarrollan y venden las semillas genéticamente modificadas para después desvincularse en un segundo momento. “Una pura ilusión,  una peligrosa ilusión” dice Pablo, quien sigue: “Las empresas del agrobusiness quieren hacer lo mismo que las empresas farmacéuticas hacen con los fármacos, o sea, hacer dinero con las patentes”. Estas empresas, BASF, Bayer, Dupont, Dow Chemical, Monsanto y Syngenta, conocidas como  “las 6 grandes del agrobusiness” se ven como paladines de la lucha contra el hambre en el mundo pero en realidad, como cada empresa, tienen como objetivo último generar ganancias y lo hacen vendiendo herbicidas y pesticidas cancerígenos y semillas genéticamente modificadas de las que no se conocen los efectos sobre el hombre y sobre el ambiente pero que seguramente destruyen culturas agrícolas milenarias.

En realidad, las empresas no son las únicas que están desarrollando semillas genéticamente modificadas. Hay fundaciones, como la Fundación Bill y Melinda Gates, que incluyen en sus proyectos la introducción de OGM, en el citado caso un proyecto sobre el arroz dorado que pretende integrar el betacaroteno en el arroz. La cuestión más o menos es así: como los pobres pueden permitirse sólo un puñado de arroz, entonces dejemos que continúen pobres sin resolver el problema de la pobreza, que significaría atacar las injusticias de la sociedad actual, sino que pongamos betacaroteno en el arroz y así al menos no se volverán ciegos. Una invención inútil, porque para tener suficiente vitamina A bastaría que las personas tuvieran una dieta variada teniendo acceso suficiente a: leche, huevos, hígado y verduras como zanahorias, tomates, espinacas y pimientos.

Los resultados de los cultivos de plantas genéticamente modificadas son diversos de los que nos cuentan las empresas del agrobusiness. Dice Pablo: “En 20 años de agricultura transgénica en América Latina el único resultado que hemos tenido es: pérdida de la biodiversidad, uso masivo de herbicidas químicos y toxinas BT (insertar enlace) https://it.wikipedia.org/wiki/Bacillus thuringiensis

En tiempos de cambio climático es fundamental tener acceso a diversas variedades de semillas que puedan permitir al hombre producir alimento aunque las condiciones ambientales varíen rápidamente. La variedad genética de las semillas se crea desde hace milenios con el intercambio de semillas entre campesinos. Esta práctica milenaria viene puesta en peligro por el uso de OGM y por las políticas del gobierno: los gigantes del agrobusiness querrían sustituir una práctica cultural milenaria con la ingeniería genética (y ganar dinero encima). Por ejemplo, en los años 90 en Uruguay había 7 variedades de maíz que se pueden perder rápidamente: hoy en Uruguay el 90% de la producción de maíz es genéticamente modificado y está contaminando al tradicional.

Uruguay ha sido descrito en muchos artículos de periódicos internacionales, y recientemente también en la EXPO de Milán, como un país agro-inteligente. La agricultura agro-inteligente (en inglés smart agriculture, promovida también por la FAO) apunta a usar los últimos descubrimientos científicos en agricultura como el control por satélite de las áreas cultivadas, la irrigación de precisión, la trazabilidad electrónica de las cabezas de ganado: algunas seguramente positivas, otras dañinas a largo plazo para el hombre y el ambiente. Pablo comenta: “Observando los datos, se nota como la agricultura no es para nada inteligente, porque tenemos problemas ambientales graves, siempre hay menos agricultores que vivan en el campo. Es verdad que el agrobusiness mueve mucho dinero pero las consecuencias que deja son: despoblación de las áreas rurales (con migración a las ciudades) y venta o alquiler de las tierras cultivables. Uruguay importa todos los productos químicos para el cultivo, herramientas, maquinarias y semillas por lo que hay poco de inteligente en la agricultura uruguaya”.

El sistema actual captura capitales financieros internacionales a través de los fondos de inversión europeos y estadounidenses que alquilan terrenos agrícolas y subcontratan el resto: preparación, siembra, cultivo y cosecha, prometiendo una renta financiera a los inversores. Normalmente este tipo de inversiones agrícolas escoge la soja genéticamente modificada (RR o RR2 de la Monsanto) que hasta ahora aseguraba notables ganancias. Continua Pablo: “El cultivo de la soja está basado en una altísima mecanización, o sea, agricultura sin campesinos, siembra directa, glifosato (notoriamente cancerígeno) para destruir las plantas y soja transgénica resistente al glifosato. El glifosato además de ser muy tóxico restablece la cobertura del terreno, la soja consume más nitrógeno de lo que fijas  y la acción de estos dos factores lleva a un fuerte deterioro del suelo”.

Además, insiste Pablo:” En los últimos 10 años se ha cuadriplicado en Uruguay la superficie agrícola pero la importación de productos agroquímicos se ha multiplicado por 6. La tecnología no está para nada ayudando a crear una agricultura sostenible, al contrario, Uruguay está afrontando un problema grave de eutrofización del agua debido sobre todo al uso de fertilizantes químicos a base de fósforo. El capitalismo tiene ciclos. Ha habido el ciclo del alto precio de algunas commodity que se producían en América latina, un ciclo al final del cual el capital se irá dejando una gran pérdida en los países latinoamericanos a base de suelos empobrecidos, campesinos sin tierra, agua contaminada, semillas contaminadas por los OGM y carreteras destruidas. Daños que el gobierno deberá resolver con el dinero de los ciudadanos, ya que las empresas internacionales pagan poquísimos impuestos en el país”.

¿Os parece Uruguay agro inteligente? A nosotros no.

En este cuadro tan poco reconfortante REDES está llevando adelante un trabajo difícil pero importante: desarrolla y promueve formas alternativas de desarrollo basadas en un modelo agroecológico y sostenible, acompañado de un notable esfuerzo comunicativo como radio Mundo Real, una radio vía web en colaboración con La Vía campesina. Otras iniciativas se refieren sin embargo a la protección de la biodiversidad de las semillas a través de la coordinación de la Red Nacional de semillas indígenas y criollas, la organización de la de la fiesta anual de las semillas y de la agricultura familiar para favorecer la valorización de las semillas locales, dar visibilidad a las semillas y a los productores y promover la agricultura familiar. REDES pretende generar un debate sobre estos temas de manera seria y documentada con datos oficiales, demostrando los hechos, discutiendo los pros y contras de los OGM. Además REDES quiere generar las condiciones para que las familias que vivan en el  campo continúen viviendo allí (y bien). Los pequeños agricultores se consideran ineficientes y según la mayor parte de los políticos deberían dejar el campo y mudarse a la ciudad y dejar a las empresas producir alimento. La iniciativa más reciente es la creación de un plan nacional de agricultura ecológica que Uruguay no tiene y que REDES está desarrollando en colaboración con agricultores, académicos, agrónomos y en diálogo constante con el gobierno. Pablo sostiene que por suerte, la agricultura orgánica en Uruguay está creciendo porque se propone como una verdadera alternativa al alimento producido por las multinacionales, mientras la pequeña agricultura convencional basada en el uso de herbicidas y fertilizantes químicos está desapareciendo.

Es un camino cuesta arriba para Uruguay y su tierra saqueada y desfigurada por el capital internacional y la continua búsqueda del provecho, pero hay soluciones y REDES es una pequeña pero luminosa esperanza para el futuro.

www.leonardoboff.com

http://www.ilfattoalimentare.it/glifosato-monsanto-cancerogeno.html

*Es importante recordar que desde el 2014 Amigos de la Tierra no forma parte de la federación internacional por haber ido contra la visión, la misión y los objetivos internacionales de la federación y por acuerdos con empresas que promueven energías no renovables y contaminantes.

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